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Actualizado: 28 nov

Nuevo estudio: La terapia grupal con psilocibina abre nuevas puertas para quienes viven con VIH


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Aunque hoy en día un diagnóstico de VIH ya no representa la condena ineludible que fue en el pasado, muchas personas siguen cargando con el peso del estigma y la vergüenza que lo acompañan. Pero un nuevo estudio abre una rendija de luz: la terapia grupal con psilocibina podría convertirse en una herramienta poderosa para ayudar a quienes viven con VIH a liberarse de esas emociones que tanto dañan.


Según las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de finales de 2024, alrededor de 40,8 millones de personas viven hoy con VIH en todo el planeta. Y aunque el estigma que lo rodea se desvanece poco a poco, la vergüenza sigue siendo una carga silenciosa para muchas personas seropositivas. No hay que olvidar que el horror de la Crisis del Sida de los años 80 y 90 sigue grabado a fuego en la memoria viva de innumerables personas, una herida histórica que aún se siente en el presente.


La Vergüenza y sus Secuelas Devastadoras


La carga emocional que acompaña al VIH no solo duele por dentro: también desencadena una cadena de efectos negativos en la vida de quienes la soportan. La vergüenza vinculada al virus se ha asociado con mayor consumo de sustancias, más probabilidades de encarcelamiento, conductas sexuales de riesgo, falta de acceso a la atención médica adecuada e incluso inestabilidad habitacional. Todo esto hace que vivir con VIH sea mucho más duro de lo que debería ser. Y, como alerta el Instituto Nacional de Salud, estas dificultades minan los esfuerzos globales por acabar con la epidemia.


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Pero no todo son sombras. Un estudio recién publicado en la revista Nature pone el foco en cómo la terapia grupal asistida con psilocibina podría combatir directamente la vergüenza y, con ello, sus consecuencias más dañinas en las personas que viven con VIH. La investigación subraya que las psicoterapias tradicionales han logrado resultados limitados a la hora de abordar este tipo de heridas emocionales dentro de la comunidad seropositiva. Sin embargo —y aunque aún se trata de un campo emergente— los primeros hallazgos son tan estimulantes como prometedores.


¿Cómo se Desarrolló el Estudio?


La investigación, dirigida por Nicky Mehtani junto a un equipo de la Universidad de California en San Francisco y la Universidad de Alabama en Birmingham, se estructuró de la siguiente manera: doce personas que viven con VIH fueron seleccionadas para participar en un ensayo clínico piloto. Para evaluar los niveles de vergüenza, los investigadores emplearon el HIV and Abuse Related Shame Inventory (HARSI), una herramienta creada por profesionales de la salud mental para medir cómo la vergüenza impacta el bienestar psicológico de los pacientes con VIH y cómo influye en su capacidad de recibir la atención y el tratamiento adecuados.


Las Puntuaciones de Vergüenza Cayeron Tras la Terapia Grupal con Psilocibina


Los resultados del estudio fueron contundentes: en promedio, las puntuaciones de vergüenza de los participantes descendieron 5,5 puntos a lo largo de seis semanas. Durante ese tiempo, recibieron una dosis semanal de psilocibina. Lo más impresionante es que esta mejoría se mantuvo estable durante los tres meses posteriores al tratamiento.


Quienes mostraron los avances más notables fueron los participantes que partían de una puntuación HARSI de 20 (sobre un máximo de 50). Esta reducción no solo es estadísticamente significativa, sino que refuerza la idea de que la terapia grupal podría ser una estrategia especialmente eficaz para desmantelar la vergüenza crónica en personas que viven con VIH.


La Terapia Grupal con Psilocibina Puede Impulsar a las Personas que Viven con VIH


Los autores señalaron:


“En comparación con la terapia individual, la dinámica grupal por sí misma podría favorecer una disminución de la vergüenza entre las personas que viven con VIH.”


“Aunque no alcanzó significancia estadística, nuestros análisis muestran que la terapia grupal, por sí sola, probablemente contribuyó a reducir la vergüenza relacionada con el VIH en los participantes. Y aunque en este estudio no es posible separar completamente los efectos de la terapia grupal y la psilocibina, los hallazgos generales apuntan a un efecto sinérgico entre ambas modalidades para disminuir la vergüenza asociada al VIH.”


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La Terapia Grupal con Psilocibina Puede Transformar la Vida de Quienes Viven con VIH


Los autores del estudio plantean que la psilocibina podría disminuir la vergüenza relacionada con el VIH gracias a que este extracto de hongos —conocido por generar un estado de “hiper-asociación” mental— permite que las personas se enfoquen menos en sí mismas. Ese desplazamiento de la atención reduce, a su vez, la autocrítica y la vergüenza dirigida hacia el propio ser.


Según explican:


“En el contexto de este estudio, la vergüenza crónica vinculada al VIH puede entenderse como una forma de atención negativa centrada en uno mismo, y la psilocibina podría atenuar las respuestas fisiológicas asociadas a esa vergüenza.”


“Una disminución de este tipo podría animar a las personas que viven con VIH —así como a minorías sexuales y de género— a adoptar un abanico más amplio de estrategias de afrontamiento saludables para regular emociones negativas… y ofrecerles una pausa frente a patrones de conducta que alimentan una auténtica ‘espiral’ de vergüenza.”


La Historia de Trauma Siempre Debe Considerarse


Aunque los resultados fueron mayoritariamente positivos, dos participantes experimentaron un aumento en los sentimientos de vergüenza tras tomar psilocibina, vinculado específicamente a traumas sexuales de su pasado. De los doce participantes, la mitad (seis) tenían antecedentes de abuso sexual. Los investigadores calificaron este incremento inesperado de vergüenza en dos casos como un “resultado no previsto”. Por ello, subrayan que quienes tengan un historial de trauma podrían no ser las personas más adecuadas para este tipo de intervención.


Como advierten los autores:


“Estos hallazgos subrayan la importancia de atender a consideraciones éticas, de seguridad y a los posibles efectos adversos de los psicodélicos en poblaciones diversas, a medida que este campo de investigación continúa evolucionando.”


“Por ejemplo, podría ser necesario ofrecer un acompañamiento específico sobre los riesgos asociados a la psilocibina para personas con antecedentes significativos de trauma, ya que algunos síntomas podrían empeorar temporalmente antes de mejorar.”


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Limitaciones del Estudio


Aunque este estudio resulta prometedor —y llega para cubrir un vacío histórico en un campo poco explorado— no está exento de limitaciones. Para empezar, el tamaño de la muestra fue muy reducido. Además, no hubo un grupo de control con el que contrastar los resultados. A esto se suma la escasa diversidad del grupo: los investigadores optaron por participantes hombres mayores, cisgénero y que se identificaban como gays, con la intención de fomentar unidad, seguridad y confianza dentro de la dinámica grupal. También es importante destacar que el 75% de los participantes eran blancos, un punto débil significativo considerando que las comunidades indígenas, negras y racializadas son, históricamente, las más afectadas por la epidemia del VIH. Finalmente, el estudio se basó en datos autoinformados, algo inevitable pero susceptible a sesgos como el de “deseabilidad social” o el de “memoria”.


Los autores remarcan que las investigaciones futuras deberán ampliar su horizonte:


“En futuros ensayos clínicos sobre terapias psicodélicas, será crucial incluir medidas de vergüenza y reclutar poblaciones más amplias y diversas, incorporando personas con VIH de distintos grupos de edad, con diferentes tiempos desde el diagnóstico, diversas identidades sexuales y de género, patrones de consumo de sustancias y contextos sociodemográficos y raciales/étnicos, con intervenciones ajustadas a las necesidades específicas de estas comunidades.”


Una Esperanza para el Futuro


Para quienes viven con VIH, contar con una intervención real y eficaz que mejore la salud mental —y, con ello, su bienestar general— podría transformar profundamente su calidad de vida. Por eso, este estudio se alza como un faro en el horizonte, una promesa para muchas personas que llevan años esperando nuevas alternativas.


Como expresaron los autores:

“Aunque se necesita más investigación, este análisis infunde esperanza en el desarrollo de intervenciones psicodélicas innovadoras y accesibles que puedan aliviar la carga de la vergüenza que viven las personas con VIH.”


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