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LAS 10 SETAS MÁS MORTÍFERAS DEL PLANETA

- ¡EVÍTALAS SIEMPRE QUE PUEDAS!


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Jamás comas una seta si no sabes con absoluta certeza de cuál se trata. Podrías acabar pasando un muy mal rato o, en el peor de los casos, no vivir para contarlo.


El mismo consejo básico se repite para cualquier principiante, sin importar si acudes a un micólogo, a un cultivador o a un recolector de setas. Sin embargo, identificar una seta con precisión puede ser una tarea complicada: no siempre es un simple paseo por el bosque. Los expertos en micología han catalogado alrededor de 14.000 especies distintas de setas en el mundo, agrupadas en varios géneros diferentes.


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Cada género suele incluir tanto especies comestibles como otras completamente tóxicas. El problema es que muchas de ellas son prácticamente idénticas a simple vista. Entonces, ¿cómo distinguir las setas seguras de las mortales que encuentras creciendo en la húmeda tierra?


Cómo reconocer una seta venenosa


Si te topas con una seta que llama tu atención, existen ciertos rasgos que pueden ayudarte a determinar si es segura o si está repleta de veneno. Nunca debes confiarte del todo si no conoces la especie que has encontrado, pero aquí va lo esencial.


Lo primero que notarás es que las especies comestibles, como la Psilocybe cubensis —también conocidas como “setas mágicas”—, no presentan rasgos externos demasiado evidentes. En cambio, las no comestibles suelen mostrar señales que parecen advertir a otros seres vivos que se mantengan alejados.


Algunos de estos rasgos físicos son los siguientes:

  • Láminas blancas: la presencia de ellas suele ser una clara señal de toxicidad. Lo mismo ocurre con los tallos que presentan un anillo o con las setas que tienen una “volva” (una especie de envoltura) cubriendo su base. En ocasiones, esta volva está parcialmente enterrada, por lo que conviene escarbar un poco alrededor para comprobar si está ahí.

  • Sombreros o tallos de color rojo intenso: a menudo indican la presencia de toxinas o compuestos alucinógenos. La famosa Amanita muscaria (matamoscas) combina ambos efectos, y aun así ha sido consumida durante miles de años por diversas culturas chamánicas.


Estos buscadores de visiones incluyen tribus siberianas, aldeas japonesas e incluso guerreros vikingos, como los que se representan en The Northman.

Por supuesto, estos son solo unos pocos consejos y no deben tomarse como una invitación a recolectar setas por tu cuenta. Aun así, conocer qué especies resultan especialmente peligrosas siempre es una buena idea antes de la próxima temporada de recolección.

Con esto en mente, hemos preparado una lista con las 10 setas más mortíferas del planeta, para que las evites a toda costa si llegas a encontrarlas. Desde las especies más traicioneras hasta los bellos “ángeles” que esconden la muerte bajo su apariencia inocente


10. Gyromitra esculenta (Falsa colmenilla)


Las colmenillas verdaderas son muy apreciadas por su sabor y consideradas un auténtico manjar entre las setas comestibles. Sin embargo, sus imitadora venenosa, la Gyromitra esculenta, contiene toxinas peligrosas y no debe consumirse bajo ningún concepto, por mucho que su nombre en latín, esculenta (“deliciosa”), sugiera lo contrario.


En América del Norte se pueden encontrar entre ocho y diez especies de Gyromitra, mientras que en Europa se conocen unas dos o tres variedades. A simple vista puede parecer inofensiva o incluso apetitosa, pero su interior guarda sustancias altamente tóxicas capaces de provocar graves intoxicaciones.


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¿El culpable químico? La gyromitrina, un compuesto que en el cuerpo humano se transforma en monometilhidrazina, la misma sustancia utilizada como combustible para cohetes. Aunque existen métodos de cocción muy controlados que pueden reducir su toxicidad, comer una falsa colmenilla cruda es casi garantía de envenenamiento.


☠️ Dato curioso: al hervir una falsa colmenilla, desprende un aroma similar al chocolate, debido a la evaporación de la gyromitrina junto con el veneno.


Tradicionalmente se hierve hasta tres veces, cambiando el agua del recipiente en cada ocasión. Sin embargo, incluso ese proceso no elimina completamente las toxinas, y los vapores que se liberan pueden provocar mareos o intoxicación.

Así que, si te apetece algo con aroma a cacao… mejor disfruta de unas trufas mágicas cubiertas de chocolate. Mucho más seguras —y bastante más agradables. 🍄🍫


9. Podostroma Cornu-damae (Coral de fuego venenoso)


Los recolectores aficionados —o cualquiera que haya salido alguna vez a buscar setas— saben que comer hongos silvestres sin asegurarse antes de que sean seguros es una auténtica temeridad. Sin embargo, existe una especie tan peligrosa que puede resultar dañina incluso al tocarla: la Podostroma cornu-damae, conocida como coral de fuego venenoso.


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Su toxicidad proviene de las micotoxinas tricotecenas, capaces de provocar inflamación e irritación con solo entrar en contacto con la piel. Si tienes la fortuna de sobrevivir a su toque, ingerirla es prácticamente una sentencia directa al hospital.


Las personas envenenadas por esta seta han reportado síntomas aterradores: la piel se desprende, el cabello cae a mechones, se pierde coordinación y claridad al hablar, el cerebelo se reduce y los niveles de glóbulos blancos y plaquetas descienden drásticamente. Si no se trata a tiempo, las toxinas del coral de fuego pueden provocar el fallo de los órganos, necrosis e incluso la muerte.

Los síntomas no siempre aparecen de inmediato. Hay casos de personas que, sin comer la seta directamente, bebieron infusiones elaboradas con ella y desarrollaron los efectos semanas después. A diferencia de otras setas “tóxicas en teoría”, esta especie no ofrece segundas oportunidades: su veneno actúa de forma lenta pero devastadora.


Parte del peligro radica también en su apariencia engañosa. El Podostroma cornu-damae se parece a especies aparentemente inofensivas y medicinales, como la Cordyceps o la Ganoderma lucidum, ambas muy utilizadas en la medicina tradicional oriental.


Este mortal coral rojo puede encontrarse en los húmedos bosques tropicales de Queensland, Australia, donde ha logrado prosperar durante décadas, acechando entre la vegetación como una obra de arte letal de la naturaleza.


8. Pholiotina rugosa (Conocybe filaris)


Más conocida por su antiguo nombre científico, Conocybe filaris, esta seta es altamente venenosa para cualquiera que se atreva a consumirla. Su peligrosidad se debe a la presencia de amatoxinas, los mismos compuestos tóxicos responsables de graves daños hepáticos y de la mayoría de las muertes asociadas a las especies de los géneros Amanita y Lepiota.


Hasta 2013, esta seta se clasificaba oficialmente dentro del género Conocybe, pero un estudio de filogenia molecular determinó que en realidad pertenece al género Pholiotina. Por eso, la mayoría de las guías de campo y manuales de recolección todavía la mencionan como Conocybe filaris y no por su nombre actualizado.


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Como ocurre con muchos hongos, la Pholiotina rugosa crece en suelos húmedos y ricos en materia orgánica, e incluso sobre estiércol, lo que puede hacerla pasar inadvertida entre otras especies inofensivas. Su peligro reside en su parecido con las setas mágicas del género Psilocybe, una confusión que ha llevado a más de un principiante a un final nada psicodélico… sino médicamente crítico.


((Su aspecto resulta especialmente traicionero: el sombrero de la Pholiotina rugosa guarda un inquietante parecido con el de las setas mágicas del género Psilocybe. Por eso, más de un aficionado inexperto la ha confundido con una variedad alucinógena, sin imaginar que lo que tiene entre manos no es una puerta a nuevas visiones, sino un billete directo al envenenamiento.))


7. Pleurocybella porrigens (Alas de ángel)


Cuenta la leyenda que el Diablo no siempre se manifiesta con cuernos y cola, sino que a veces se disfraza de dulce e inocente ángel de luz. Pues bien, existe una seta que encarna perfectamente esa idea: la Pleurocybella porrigens, conocida como Alas de ángel.


A simple vista parece delicada, pura y hasta celestial, pero tras su aspecto etéreo se esconde una peligrosa amenaza disfrazada de inocencia.


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En el otoño de 2004, en Japón, 59 personas repartidas por nueve prefecturas enfermaron tras consumir esta seta. Uno de los efectos observados fue una encefalopatía aguda, que acabó con la vida de 17 de ellas. La mayoría de las víctimas eran mayores de 70 años y padecían insuficiencia renal. Años más tarde, en 2009, se registró otro caso: un hombre de 65 años sometido a hemodiálisis falleció igualmente tras ingerir Pleurocybella porrigens. Los expertos atribuyen estas muertes a un aminoácido inestable presente en la seta, conocido como Pleurocybella aziridina.


A pesar de todo, y por increíble que parezca, las Alas de ángel siguen siendo un tentempié popular en Japón. Allí se las conoce como Sugihiratake, y en 2004, tras una temporada de intensas lluvias, se dio una cosecha abundante que animó a muchos a recolectarlas y cocinarlas.


Entre los 13 y 18 días posteriores a su consumo, comenzaron a manifestarse los síntomas: temblores leves, debilidad en los dedos de manos y pies, seguidos de espasmos mentales, convulsiones y fiebre alta. Tras tres a ocho días, los escáneres cerebrales mostraban grandes lesiones en el cerebro, y las víctimas solían fallecer unos diez días después del primer ataque convulsivo.


Conviene mencionar que la mayoría, si no todas las víctimas, tenían problemas renales previos, lo que dificultaba la eliminación de las toxinas del organismo. Así que, después de saber todo esto… ¿te atreverías a probar un “bocado celestial”?


6. Galerina Marginata (Sombrerillo Otoñal)


Campana funeraria, Galerina mortal, Sombrerillo otoñal... Como si fueran versos de un oscuro mantra gótico, estos son algunos de los inquietantes nombres con los que se conoce a esta pequeña seta marrón, identificada científicamente como Galerina marginata. Y al igual que su siniestra pariente, la temida Amanita phalloides o “oronja mortal”, el veneno de la Galerina contiene amanitina, una toxina letal.


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Basta un solo bocado de Sombrerillo otoñal para causar daños irreversibles en los órganos de quien la consume. Los científicos han determinado que doce ejemplares de esta seta bastan para alcanzar una dosis mortal. Bastante impactante, considerando que este hongo posee uno de los sombrerillos más pequeños del reino fúngico: apenas entre 2,5 y 6 centímetros de diámetro.


Si la observas de cerca, notarás láminas amarillentas sobresaliendo del tallo, junto con anillos blanquecinos y diminutos “pelos” que cubren su superficie. Su entorno ideal son los troncos húmedos en descomposición, donde su denso micelio blanco prospera con facilidad. Al igual que su cuerpo fructífero, la Galerina marginata produce una esporada de color marrón.


Y si alguna vez llegas a probar una “Campana funeraria”, no te sorprendas si su tañido es para ti. Minutos después de ingerirla, la amanitina comenzará a destruir tu hígado. Entre 8 y 24 horas más tarde aparecerán las náuseas, seguidas de vómitos intensos y diarreas severas, que deshidratarán rápidamente el cuerpo y agotarán sus minerales esenciales. Y aunque consigas sobrevivir a esa primera embestida, el Sombrerillo otoñal suele sellar su destino unos días después, provocando un fallo hepático o renal irreversible.


5. Lepiota Brunneoincarnata (Lepiota Mortal)


Una de las setas más peligrosas que pueden encontrarse en regiones templadas de Asia —incluida China— y en zonas herbosas de Europa es la Lepiota brunneoincarnata, conocida comúnmente como Lepiota mortal. Su sombrero cubierto de escamas marrones, junto con un pie rosado amarronado y láminas blancas, la hacen parecer inofensiva e incluso similar a setas comestibles, lo que ha llevado a muchos recolectores desprevenidos a confundirse. Para empeorar las cosas, esta seta adora crecer en parques, jardines y praderas, precisamente los lugares donde la gente suele pasear o recolectar.


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A diferencia de otras especies parecidas como el Marasmius oreades (seta de corro de brujas) o el Tricholoma terreum (caballero gris), la Lepiota brunneoincarnata es extremadamente venenosa. Su alta letalidad se debe a la alfa-amanitina, la misma toxina presente en otras especies mortales. Esta seta ha causado muertes documentadas en España (2002), en Túnez (2010) —donde fallecieron cuatro jóvenes de una misma familia— y en Irán (2018), en un brote de intoxicaciones a gran escala.


Los síntomas se manifiestan principalmente en el sistema digestivo. Aproximadamente 10 horas después de su ingestión, comienzan las náuseas y los vómitos, seguidos de un grave daño hepático que aparece días más tarde. Los expertos han establecido que 100 gramos de Lepiota brunneoincarnata son suficientes para provocar el colapso del hígado.


Lo que hace a la Lepiota mortal especialmente peligrosa es lo fácil que resulta confundirla con especies comestibles. En Salon-de-Provence (Francia), por ejemplo, una familia que recolectaba setas comestibles creyendo que eran caballeros grises terminó gravemente intoxicada al haber recogido, sin saberlo, ejemplares de Lepiota brunneoincarnata.


4. Cortinarius Rubellus (Telaraña Mortal)


Esta seta en particular es mucho más difícil de encontrar que las anteriores. Su hábitat se limita sobre todo a las zonas boscosas y húmedas del norte de Europa, lo que hace que los casos de intoxicación por Cortinarius rubellus sean poco frecuentes. De hecho, el último caso documentado ocurrió en el Reino Unido en 1979, cuando varios recolectores la confundieron con la rebozuelo o chantarela (Cantharellus cibarius), una seta comestible muy popular.



Si se hubieran fijado con atención, habrían notado que la Telaraña mortal no tiene láminas decurrentes que bajen por el tallo, y que su superficie muestra un patrón parecido a la piel de serpiente, una señal característica que advierte de su toxicidad. Este rasgo, por cierto, es común en todas las especies del género Cortinarius.


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Al igual que otras setas mortales de esta lista, la Cortinarius rubellus provoca síntomas similares a los de una gripe, acompañados de vómitos intensos. Si no se trata a tiempo, su veneno puede causar una insuficiencia renal aguda en apenas dos días. Por eso, aunque sea una especie relativamente difícil de hallar, los recolectores deben evitarla a toda costa allí donde crezca, especialmente en los bosques del norte de Europa.


3. Amanita Verna (Seta del Necio)


Todos reconocen la icónica Amanita muscaria, con su característico sombrero rojo salpicado de motas blancas. Pero, ¿qué ocurre con su pariente, la Amanita verna? Al igual que el resto de las amanitas, esta peligrosa seta blanca posee una volva o “velo” que recubre las láminas y el pie —la parte que sostiene el sombrero—.


La Amanita verna, también conocida como “Seta del Necio”, es un hongo basidiomiceto altamente venenoso. Se distingue de sus congéneres por su tonalidad completamente blanca y por su sombrero sedoso, que a menudo presenta un brillo delicado.


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Si en un arranque de temeridad decides probar una Seta del Necio, lo que te espera es una dosis letal de alfa-amanitina, un potente tóxico capaz de destruir tu hígado en cuestión de días.


Durante las primeras 6 a 24 horas tras la ingestión, puede parecer que nada ocurre; sin embargo, tras ese periodo de aparente calma, aparecen el malestar, los calambres intensos y una fuerte diarrea. Al tercer día, los síntomas pueden repetirse y luego desaparecer, dando la falsa impresión de mejoría. En ese punto, el daño hepático suele ser tan grave que podría requerirse un trasplante de hígado. Lamentablemente, muchos afectados acuden al hospital demasiado tarde, y el desenlace suele ser fatal.


¿Qué tiene la familia Phalloideae que empuja a sus setas a ser tan mortales? Al menos, evitar la Seta del Necio no es complicado: su nombre “verna” indica que solo aparece en primavera, a diferencia de la mayoría de setas que brotan en otoño, hacia septiembre.


2. Amanita Virosa (Ángel Destructor)


Esta letal especie puede encontrarse creciendo en las regiones montañosas de Gran Bretaña y Escocia, en las tierras bajas del norte escocés y en los bosques de coníferas de Escandinavia. He aquí otro de los “ángeles oscuros” del reino de las setas: la Amanita virosa, conocida también como el Ángel Destructor.


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El mismo tipo de veneno presente en la Amanita phalloides (la famosa “Oronja Mortal”) se encuentra también en la Amanita virosa. No obstante, a diferencia de aquella, el Ángel Destructor se distingue por su color blanco puro e inmaculado. Además, carece del desagradable olor que caracteriza a la death cap, el cual suele servir de advertencia a los animales del bosque.


Al igual que ocurre con la Seta del Necio, los efectos de ingerir una Amanita virosa comienzan a manifestarse tras unas horas y luego parecen desvanecerse, dando una falsa sensación de recuperación. Pasado ese breve respiro, regresan los síntomas con mayor intensidad: náuseas, fuertes dolores abdominales y diarrea, mientras el veneno destruye progresivamente el hígado y los riñones. Si no se recibe tratamiento urgente, la víctima puede caer en coma y finalmente morir.


Con demasiada frecuencia, quienes consumen accidentalmente el Ángel Destructor llegan al hospital demasiado tarde. En ese momento, el único recurso posible suele ser un trasplante de hígado, aunque incluso esta intervención no garantiza la supervivencia. La recuperación, si se logra, es un proceso doloroso y arriesgado, en el que el cuerpo debe adaptarse a un órgano completamente ajeno.


1. Amanita Phalloides (Oronja Mortal)


Durante miles de años, esta última seta de nuestra lista ha sido utilizada como instrumento de asesinato. Mata en silencio, sin distinción de rango ni fortuna: ha acabado con reyes, nobles y esposos infieles por igual. Su capacidad para crecer formando círculos de cuerpos fructíferos —los conocidos “anillos de hadas”— la ha vinculado con antiguos mitos sobre brujas y espíritus de la naturaleza.


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En la antigua Roma, se cuenta que el emperador Claudio fue envenenado por su esposa Agripina, quien habría rociado uno de sus platos favoritos —las setas de César (Amanita caesarea)— con el jugo translúcido de una Oronja Mortal. El emperador no sospechó nada, ya que los síntomas tardaron varios días en manifestarse. El veneno cumplió su cometido, y Claudio murió para regocijo de su esposa… o al menos, así lo cuenta la leyenda.


El filósofo francés Voltaire también afirmó que Carlos VI fue asesinado mediante setas de esta misma especie. A lo largo de la historia, la Amanita phalloides ha causado innumerables muertes, casi siempre por el mismo error: confundirla con una seta comestible, especialmente en su fase más joven, cuando parece inofensiva.


¿Dónde crece la Oronja Mortal? Suele encontrarse en grupos dispersos bajo robles y hayas, siendo común en gran parte del Reino Unido, Irlanda y Europa continental.


Y lo más aterrador de todo: a diferencia de otras setas venenosas, la amatoxina presente en la Amanita phalloides no se destruye con la cocción ni con el calor. Una sola pizca de este hongo es suficiente para provocar la muerte. De hecho, una sola seta puede ser mortal para varias personas… ¡una dosis letal digna de los envenenadores más astutos de la corte!


Las apariencias engañan


Recuerda siempre que algunas setas pueden ser hipnóticamente hermosas y, al mismo tiempo, extremadamente peligrosas, como la bien nombrada Ángel Destructor. Muchas setas venenosas parecen inofensivas a simple vista, especialmente para quienes no están acostumbrados a recolectarlas. Por ejemplo, una Amanita joven puede confundirse fácilmente con una vesícula o pedo de lobo (Puffball). Solo al levantar con cuidado su velo y observar las láminas internas podrías descubrir su verdadera —y mortal— naturaleza.


La regla de oro es sencilla: si tienes la más mínima duda, déjala donde está. Existen excelentes guías online de identificación de setas, ideales para quienes disfrutan de la recolección. Las mejores suelen incluir fotografías a todo color de especies venenosas junto con sus descripciones. Y las más completas cuentan incluso con una base de datos interactiva, donde puedes introducir las características del ejemplar para identificarlo con precisión.


Por suerte, no hay de qué preocuparse con las setas y trufas mágicas cultivadas mediante nuestros kits de cultivo. Las especies del género Psilocybe tienen un aspecto tan encantador como seguro… ¡y son totalmente comestibles!



 
 
 

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