- Psicocandis.com
- 21 jun
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Actualizado: 22 jun

Cuando el alma despierta
Hay momentos —inusuales, casi sagrados— en los que sentimos que la vida va más allá de lo visible. En medio del ruido del mundo moderno, algunos decidimos mirar hacia adentro, no con los ojos físicos, sino con los del alma. Para muchos, ese umbral se abre a través de la experiencia psicodélica, especialmente con aliados naturales como las setas y trufas mágicas. Y en esos paisajes internos, emerge una pregunta antigua y eterna:
¿Hemos estado aquí antes?
Este no es un blog sobre doctrinas ni dogmas. Es un espacio para explorar cómo las experiencias con psilocibina pueden abrir puertas a memorias profundas, más allá del cuerpo y del tiempo. Hablamos de reencarnación no como creencia impuesta, sino como posibilidad vivida. Como recuerdo íntimo. Como verdad que tal vez, siempre supimos.
La disolución del ego: ¿El principio del alma?
Uno de los efectos más documentados y transformadores de la psilocibina es la disolución del ego. Aquello que normalmente llamamos “yo” se desarma suavemente, dejando atrás los filtros de identidad, historia personal y condicionamiento social. Y es ahí, cuando el “yo” calla, que aparece otra presencia. Algo que no piensa, pero sabe. Que no teme, porque ya ha muerto antes. Una conciencia que observa sin juicio, con la ternura de quien ha vivido miles de vidas y entiende que todo es parte de un ciclo mayor.

En este estado expandido, muchos reportan haber accedido a memorias que no encajan con su vida actual: culturas desconocidas, lenguas que jamás aprendieron, sensaciones de haber sido “otra persona”. ¿Son fragmentos de una imaginación alterada? ¿O estamos rozando el velo de la reencarnación?
Reencarnación como patrón natural, no como castigo
Durante siglos, la reencarnación fue interpretada como un ciclo de castigo y redención. Pero la experiencia psicodélica la muestra más como un proceso natural, como el de las estaciones. Lo que nace, muere. Y lo que muere, se transforma para volver a nacer.
Bajo la influencia de las trufas o setas mágicas, muchas personas describen una sensación de familiaridad cósmica. Como si ya hubieran sido parte de esa danza antes. Como si la vida no empezara al nacer ni terminara al morir, sino que fluyera en una gran respiración del universo.

Más que una “segunda oportunidad”, la reencarnación aparece como un viaje de refinamiento del alma. Cada vida, un matiz. Cada cuerpo, un traje temporal. Cada historia, un capítulo de un libro que nadie escribió… porque ya está siendo recordado.
El propósito oculto: aprender, recordar, amar
¿Qué sentido tiene entonces esta vida?¿Para qué elegimos nacer aquí y ahora, con este cuerpo, esta familia, estas heridas? Bajo el efecto de la psilocibina, muchas personas tienen la sensación no de estar descubriendo, sino de estar recordando. Como si la vida tuviera un propósito previo, y simplemente hubiéramos olvidado. Y en ese recuerdo, una constante aparece: estamos aquí para aprender a amar. No de forma cursi ni superficial, sino como una alquimia interior.

Amar no solo significa amar a los otros, sino a nuestra sombra, a nuestro pasado, a nuestras múltiples encarnaciones. Amar incluso el dolor, como maestro, como señal de que aún estamos vivos y evolucionando.
El velo se rompe: encuentros con lo eterno
Uno de los aspectos más conmovedores de la experiencia psicodélica es la percepción de lo eterno. No como un concepto, sino como una vivencia directa. Un espacio sin tiempo. Un “hogar” que no está en ningún sitio físico, pero al que muchos sienten haber vuelto por un instante.
Allí, algunos dicen haber visto “almas compañeras”, otras versiones de sí mismos, o incluso la elección consciente de haber venido a esta vida: “No estás aquí por error”, susurran las visiones, “lo elegiste para crecer”, y en esa comprensión, la vida cobra un nuevo sentido. Incluso el sufrimiento se integra en un mapa mayor.

Conclusión: La vida como un acto de recuerdo
Hablar de reencarnación desde la psilocibina no es teorizar: es atreverse a sentir más allá del cuerpo. Es abrir el corazón a la posibilidad de que esta no sea nuestra primera visita a la Tierra, ni será la última.
Las setas y trufas mágicas no te dan respuestas definitivas. Te abren preguntas eternas. Y quizá, solo quizá, el propósito de esta vida no sea encontrar “la verdad”, sino recordar que tú ya eres parte de ella; que vienes de la eternidad, y estás aquí, una vez más, para recordarlo.
¿Te has sentido así alguna vez? ¿Has visto más allá del velo? Entonces quizás… ya lo sabes.
🌱 Seguiremos explorando. Porque esto apenas comienza.
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